lunes, 16 de mayo de 2011

M.Benedetti


No obstante, algún domingo, cuando la soledad
se volvía silencio insoportable, sacaba el bolso del amario
y extraía algún recuerdo; sólo uno por vez, para no
abrumarme. Así tuve en mis manos un libro que fue de cabecera
y que debo haber leído unas veinte veces, pero ahora me metí
en varias de sus páginas y no me dijo nada, no me preguntó ni respondió nada,
me fue ajeno.
Así que lo tiré.


Buzón del tiempo

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