jueves, 16 de junio de 2011

MH

watson

La muriente luz se enjambra fingiendo una gran Alhambra de mármol cristaloideo

sábado, 11 de junio de 2011

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&wiks.
Mientras llueve, mientras caen las últimas y desdichadas gotas en este mes de junio, recorro la superfície con la yema del dedo. Izquierda, derecha, ahora círculos, triángulos...
Llega a ser gracioso engañar a tu mente haciéndole creer que lo que dibujan tus dedos son formas sin sentido y no cosas reales en si; también lo és el complejo ejercicio que inicia esta para desenmascararte.
El silencio. El silencio es reconfortante en este tipo de situaciones: tus ojos se pierden entre la espesura de los árboles, tu mente tan solo se centra en ponerle nombre a la textura de esta superfície, tu respiración va al compás del vals de las olas y lo único que escuchas es el latido de tu corazón, acompasado, rítmico. Estás en paz.

A lo lejos se escucha el ronroneo de un gato y el tic-tac de un reloj. Se quiebra el fràgil velo que te separaba del mundo real. Ahora vuelves a este y te sientes vacío, y para más inri, llueve con más intensidad que antes.
Los árboles se zarandean hacia ambos lados debido al viento y por un segundo deseas ser uno de ellos, dejar que tu cuerpo se balancee hacia un lado y hacia otro, como un péndulo suspendido en el aire, sujetado por la mano más trémula.