sábado, 6 de noviembre de 2010

Olivia hizo un mohín y comenzó a llorar. Él alzó la mano carente de pulso firme, temblorosa, y le acarició el rostro. Aquellas lágrimas la delataban, rompían la coraza con la que se protegía y protegía a los demás, dejaban ver que era una frágil niña de dieciocho años.

-No llores, Oly, por favor…

-Gabriel las cosas no están como lo estaban antes… - se detuvo y se sonó la nariz con un pañuelo que guardaba en el bolsillo de su falda.

-¿Qué ha pasado?

Silencio.

-Mamá ha muerto.

1 comentario:

  1. No. Cuando ocurre eso las cosas nunca vuelven a estar como antes.
    Es muy triste.

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